8 de Marzo, Día Internacional de las Mujeres: El Derecho al Ruido

Artículo escrito por Cova Álvarez, técnica experta en género, sexualidades y violencia machista de «in via», en motivo del Día Internacional de las Mujeres.

Hacer ruido

Dice Virginia Rodrigo – baterista, percusionista, compositora – que, después de haber impartido unas diez mil horas de clase a hombres y mujeres de estratos sociales y edades muy diversas, ha podido concluir que las segundas suelen establecer, a priori, un mayor contacto con el ritmo que los primeros, muy seguramente porque los juegos infantiles ‘para niñas’ incorporan, precisamente, el ritmo, la melodía y el movimiento, mientras que los juegos infantiles de los niños están más centrados en las destrezas físicas y el desarrollo del uso de la fuerza. A pesar de ello la autora señala, como segundo dato significativo, que las mujeres tocan a un volumen mucho menor que sus compañeros masculinos.

Antes de acudir como explicación a que la fuerza, supuestamente, es superior en los hombres, Virginia Rodrigo puntualiza que para tocar percusión lo determinante no es la fuerza sino el control de la misma. En las clases grupales, sin embargo, los hombres tocan invariablemente mucho más fuerte que las mujeres, independientemente de la destreza que hayan adquirido y con mucha menos vergüenza, mientras que ellas parecen tocar pidiendo permiso.

La reflexión que realiza es contundente: ‘las mujeres estamos entrenadas para no hacer ruido, para no ocupar espacio, para cerrar las piernas y hablar bajito. Sí, tocar percusión es un acto de empoderamiento para las mujeres y creo que de ahí viene este furor de batucadas y mujeres tocando tambores, porque estamos necesitando hacer ruido. Estamos ávidas de hacer todo lo divertido, lo que nos empodera y nos hace recuperar la alegría y la dignidad de vivir’.

Los últimos meses han estado llenos del ruido de mujeres que marchaban en ruta a través de Estados Unidos contra su actual presidente y su reconocido desprecio a los derechos humanos en general y de las mujeres en particular. La Marcha de las Mujeres se hizo eco en otros países que secundaron la llamada y la visión, armadas con datos espeluznantes sobre violencia de género. La necesidad de reclamar ‘ni una menos’ o ‘nos queremos vivas’ que remarcan la realidad del feminicidio en muchos países de la tierra, además de señalar y publicar experiencias vejatorias, actitudes machistas y/o de acoso e historias de abuso sexual por parte de muchas mujeres a lo largo y ancho del mundo, expone, de manera clara, la necesidad de hacer ruido como medio de reivindicación de derechos, transformación social y empoderamiento personal.

Hacer ruido, decir en voz alta y pública, se convierte siempre para las mujeres en una necesidad que incorpora riesgos, pero de cuya asunción depende también siempre la realidad de su dignidad personal y el derecho a construir una vida desde parámetros de libertad y ausencia de violencia. Ha de asumirse asimismo que, en esto de hacer ruido y romper los silencios, existe una trayectoria, una genealogía de mujeres y lucha por los derechos de igualdad que precede y explica la existencia del día de hoy y lo hasta ahora logrado: si hoy puedo escribir esto y hacer exactamente lo que hago es gracias al camino recorrido por otras que hicieron su parte, se pusieron en entredicho, dejaron de pedir permiso y tocaron más alto.

La necesidad de hacer ruido como medio de reivindicación de derechos, transformación social y empoderamiento personal

La situación actual de la mujer

Dicho esto, hagamos recuento de lo que hay o no que celebrar en un día como hoy. En los últimos trece años han muerto en España 866 mujeres por violencia machista, y más de veinte en los dos primeros meses del presente 2017. A ello hay que añadir los datos nunca oficiales, oscuros, escondidos y elevados de la violencia sexual, las actitudes y comportamientos sexistas que bombardean el día a día a través de la publicidad – el último y vergonzante reclamo de una discoteca en Barcelona que invitaba a las mujeres a acudir sin ropa interior a cambio de dinero y alcohol es sólo una muestra entre miles de ejemplos posibles de la sexualización y cosificación constante del cuerpo femenino – y el asumido derecho a hacer a mujeres, chicas y niñas cualquier comentario o cercamiento de índole sexual en la calle o espacios públicos.

Asimismo, los datos sobre empleo, igualdad salarial, conciliación y posibilidades de promocionar no permiten, por lo demás, establecer una conclusión positiva sobre la equidad de partida para conseguir las mismas cosas desde los mismos derechos considerados a priori en nuestro marco legal y constitucional.

Esto en lo que respecta al panorama estatal. Ocurre, sin embargo, que fronteras hacia afuera el mapa mundial de las mujeres es – en la mayoría de sus localizaciones – mucho más atroz, y la violencia económica, psicológica, sexual y física afecta a mujeres y niñas a diferentes niveles en todos los contextos sociales de la tierra: hay estados que articulan una violencia estructural e integral hacia las mujeres que reduce su vida al sufrimiento y la ausencia de libertades, derechos y felicidad, incorporando prácticas como mutilaciones genitales, lapidaciones, matrimonios infantiles o las violaciones grupales sistematizadas; los cuerpos femeninos se emplean como armas de guerra en conflictos bélicos de las maneras más atroces, como ocurre en el Congo, capital mundial de la violación; el tráfico sexual y la trata afectan fundamentalmente a mujeres y niñas; que el miedo a sufrir una violación o abusos sexuales es un espacio de riesgo en el que las mujeres han sido socializadas desde la infancia, dentro de una extendida cultura de la violación desde la que se asume que son las ‘víctimas potenciales’ las que deben responsabilizarse del riesgo que corren y que de ellas depende su prevención.

El 8 de Marzo, como todos los demás días del año, es un paso más dentro de un camino vivo a través del compromiso con la construcción de un mundo más justo, más libre y más hermoso en el que todas podamos ser lo que queramos ser.

Demasiado ruido silenciado o fuera de la partitura de los gobiernos y compromisos estatales e internacionales. Demasiadas mujeres cargando con la responsabilidad de su protección y su propio cadáver. Demasiada culpa colocada en el lugar incorrecto de la balanza: los mecanismos de culpación a las víctimas e impunidad de los agresores son perversos, tentaculares y en ocasiones sistematizados.

El Día Internacional de las Mujeres

Teniendo en cuenta este estado alarmante de la cuestión, el Día Internacional de las Mujeres es una fecha importante y no, no cabe preguntarse en ningún caso por qué no existe un Día Internacional de los Derechos del Hombre ni hablar del ‘tema de la mujer’ como un punto más de la agenda o un hecho anecdótico y aislado, casi una cuestión fruto del capricho de un grupo de mujeres feministas, poco conformistas con el pedazo del pastel de la igualdad del que deberían estar dando cuenta.

El 8 de Marzo es un recordatorio de dónde estamos y de dónde venimos, una revisión de datos y, por desgracia, un recuento de muertas, violadas y expropiadas de sus vidas; una oportunidad para retomar la perspectiva y poner sobre la mesa las situaciones y condiciones de las mujeres en todo el mundo, de las relaciones humanas en general y lo que sucede dentro de ellas cuando se sexualizan y encorsetan en un código reducido de comportamientos posibles.

El 8 de Marzo, como todos los demás días del año, es un paso más dentro de un camino vivo a través del compromiso con la construcción de un mundo más justo, más libre y más hermoso en el que todas podamos ser lo que queramos ser, explorar lo que queremos explorar y utilizar nuestras mentes y cuerpos com consideremos. Es un día para recordar lo que hemos logrado y lo que nos queda para lograr, que es mucho en ambos casos; para seguir explicando que la igualdad real no son solo leyes y declaraciones institucionales, sino que tiene que ver con gestos concretos, actitudes personales, modelos educativos justos y un trabajo continuo en la construcción de valores de igualdad, solidaridad, respeto y responsabilidad individual y social.

El 8 de Marzo en un día para homenajear ruidosamente y dar el lugar en la memoria colectiva que les corresponde a todas esas mujeres rompedoras que con su valentía y su ruido nos han hecho, nos hacen avanzar como sociedad, y que este mundo sea más igualitario y más habitable. Las mujeres que no guardan silencio ni aceptan la muerte, los golpes, la reclusión o el pedir permiso, que enseñan y animan a pelear con ellas.

 

 


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