25 de Noviembre. Día Internacional contra la violencia de género

El día 25 de noviembre fue declarado Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer en el primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe, celebrado en Bogotá en julio de 1981, un encuentro en el que se denunciaron y visibilizaron por primera vez todos los tipos de violencia que se producen contra las mujeres en el mundo.

En 1999, la ONU dio carácter oficial a la reivindicación de una fecha lamentablemente necesaria y que, desde entonces, nos confronta cada año como sociedades con el dibujo de un doloroso mapa mundial de violencias ejercidas de manera grave contra las mujeres y niñas y de la tierra, quienes corren el riesgo de ser asesinadas, maltratadas o abusadas a lo largo de sus vidas por una única cuestión de género.

La situación de la violencia de género en el mundo

Es fundamental a este respecto visibilizar de manera contundente que la violencia de género o violencia machista no se limita a las agresiones y malos tratos dentro del ámbito de la pareja y que ésta puede ser económica, psicológica, sexual y física, afectando a mujeres y niñas a diferentes niveles en todos los contextos sociales de la tierra; que hay estados que articulan una violencia estructural e integral hacia las mujeres que reduce su vida al sufrimiento y la ausencia de libertades, derechos y felicidad, incorporando prácticas como mutilaciones genitales, lapidaciones, matrimonios infantiles o las violaciones grupales sistematizadas; que los cuerpos femeninos se emplean como armas de guerra en conflictos bélicos de las maneras más atroces, como ocurre en el Congo, capital mundial de la violación; que el tráfico sexual y la trata afectan fundamentalmente a mujeres y niñas; que el miedo a sufrir una violación o abusos sexuales es un espacio de riesgo en el que las mujeres han sido socializadas desde la infancia, dentro de una extendida cultura de la violación desde la que se asume que son las ‘víctimas potenciales’ las que deben responsabilizarse del riesgo que corren y que de ellas depende su prevención.

La violencia contra las mujeres es, por tanto, un horror que está muy lejos de detenerse, siendo la violencia sexual contra mujeres y niñas uno de los mayores ejercicios de negación que habitamos como sociedades. Los datos son alarmantes y hablan por sí mismos: cada día mueren en promedio al menos doce latinoamericanas y caribeñas por el solo hecho de ser mujer de acuerdo con el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) denominando al fenómeno feminicidio, esto es: ‘la muerte violenta de mujeres por razones de género, ya sea dentro de la familia, unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal; en la comunidad, por parte de cualquier persona, o que sea perpetrada o tolerada por el Estado y sus agentes, por acción u omisión’.

La denuncia de la violencia de género o machista ha sido incentivada y sostenida por el feminismo y los grupos de mujeres, promoviendo una continua lucha por los derechos fundamentales que garanticen la dignidad y la integridad física y emocional de las mujeres y las niñas, que en cada contexto social y geográfico asume cotas de prevalencia y legitimación de la violencia concretas. Es a partir de este recorrido que se promueve la creación de un marco internacional de derechos dentro del que cada país asume compromisos concretos y que se materializan a múltiples niveles.

Cataluña cuenta, en ese sentido, con una ley específica para la erradicación de la violencia machista desde el 2008, así como la promoción de una red de recursos que permiten el acompañamiento a las víctimas y la sensibilización de la ciudadanía hacia un problema social que nos afecta a todas y todos, en tanto que vulnera los derechos humanos fundamentales.

No obstante, y en lo que va de año, han muerto en España treinta y nueve mujeres a manos de sus parejas o exparejas, si bien el número podría ser mayor puesto que algunos casos se hayan aún en proceso de investigación y en espera de ser tipificados como tal. Por otra parte, se estipula que cada ocho horas se produce una agresión sexual en nuestro país. Estos últimos datos, no obstante, no recogen que el elevado número de violaciones y abusos se producen dentro de las relaciones de pareja o en el entorno familiar y conocido de la víctima, no siendo denunciados en la mayoría de los casos.

En relación a lo anteriormente expuesto, es de vital importancia denunciar la pervivencia de una cultura de la violación que permea las sociedades y se articula a través de procesos de culpación a la víctima, de negación y ocultación de la incidencia del abuso sexual y de la sexualización de la feminidad desde la infancia. Así las cosas, y bajo condiciones de vulnerabilidad y desprotección, se incrementa el acceso sexual al cuerpo de las niñas y se generan condiciones para la ocurrencia de los abusos. Un ejemplo extremo de este sistema es la reciente aprobación de una ley en el Parlamento turco que prevé suspender las penas de cárcel a aquellos hombres que hayan abusado de una menor si acaban casándose con la víctima.

El compromiso de “in via”

Desde “in via” nuestro compromiso con el proceso de erradicación de todas las formas de violencia hacia las mujeres toma la forma de un trabajo diario de denuncia, acompañamiento a las víctimas y sensibilización social, centrado en la visibilización y el abordaje de la violencia sexual. Entendemos que la violencia machista afecta al conjunto de la sociedad y corresponde a la sociedad en su conjunto avanzar en su erradicación. Consideramos por tanto que somos responsables de promover cambios para conseguir una convivencia entre colectivos más equitativa y justa, donde las mujeres no tengan que sufrir la crueldad y la limitación vital a todos los efectos que supone la violencia. Y como organización, asumimos el reto de seguir trabajando para su erradicación a través de las siguientes líneas de acción:

  • Hacer visible la realidad y la gravedad de la violencia contra las mujeres y niñas desde una óptica de sensibilización social y empoderamiento
  • Facilitar asistencia y acompañamiento a mujeres adultas y jóvenes en riesgo de exclusión social y en situación de acogimiento
  • Contribuir a la ruptura del círculo de la violencia en víctimas de la misma mediante un trabajo en valores y construcción de capacidades psico-emocionales para gestionar el daño
  • Denunciar y rechazar la cultura de la violación, relativización e infravaloración de la violencia, y proponer estrategias educativas para el fomento de una cultura de la reparación del daño por abuso y la revalorización de las experiencias de vida
  • Considerar la violencia machista una cuestión que afecta a la sociedad en su conjunto, de la que todos y todas somos responsables, tanto de su mantenimiento y reproducción, como de su cuestionamiento y desaparición
  • Expresar y manifestar públicamente nuestro rechazo y condena a la violencia contra las mujeres y niñas.
  • Considerar la múltiple vulnerabilidad de mujeres y niñas en situaciones de diversidad funcional, sexual y/o cultural y étnica.
  • Promover y apoyar las iniciativas de concienciación y prevención de violencia de género que se produzcan en el Territorio.

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